• Fragmentación. Los distintos programas pierden autonomía y son dependientes entre sí. Lo que da unidad a la fragmentación es la publicidad.
• Apertura o falta de cierre. No concluye nunca, es el propio espectador quien determina la duración del mensaje.
• Espectacularidad. Su ingrediente esencial es el espectáculo.
• Ideología. El discurso televisivo transmite códigos ideológicos tradicionales.
• Incitación al consumo.
• Banalización de contenidos. Con el fin de llegar al mayor número de gente los mensajes televisivos falsean la realidad y la reducen a estereotipos.
• Predominio de lo emocional sobre lo racional.
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